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Nicaragua celebra 43 años de revolución: un choque entre la realidad y la distorsión mediática

John Perry
Desde Masaya, Nicaragua

El 19 de julio es un día de celebración en Nicaragua: el aniversario del derrocamiento de la dictadura somocista. Pero los medios de comunicación internacionales lo tendrán apuntado en sus agendas por otra razón: es una nueva oportunidad para despreciar al gobierno sandinista de Nicaragua. Volveremos a oír hablar de la “represión de la disidentes”, de los “presos políticos”, de la “pantomima electoral”, de la “dañina represión de la sociedad civil” y de muchas otras cosas. Todas estas acusaciones han sido confrontadas con los hechos reales, pero los medios de comunicación seguirán destacando cualquier evidencia que entre en conflicto con la narrativa de consenso sobre Nicaragua, y que su presidente, Daniel Ortega, ha “aplastado el sueño nicaragüense.”

Los medios de comunicación dominantes cuentan su propia historia

Desde el violento intento de golpe de Estado dirigido por Estados Unidos en 2018, en el que murieron más de 200 personas, ha sido muy difícil encontrar un análisis objetivo de la situación política en Nicaragua en los medios de comunicación convencionales, y mucho menos cualquier examen de los logros de la revolución. Al ignorar lo que realmente está sucediendo en el país, los medios de comunicación están excluyendo la experiencia vivida por los nicaragüenses de a pie, como si sus vidas cotidianas fueran irrelevantes para cualquier juicio sobre la dirección que está tomando el país. En particular, en lugar de reconocer que el 75% de los votantes nicaragüenses apoyaron al gobierno en las elecciones de noviembre pasado, en las que participaron dos tercios del electorado, el resultado es visto como “un giro hacia un modelo abiertamente dictatorial”. Este juicio está respaldado por las denuncias de fraude electoral confeccionadas por los “observadores secretos de las encuestas”, que ignoran las sólidas pruebas del Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA) de que no hubo fraude.

Las calles muestran la realidad política

En vísperas del aniversario de la revolución este 19 de julio, los simpatizantes sandinistas han llenado las calles de todas las ciudades principales con marchas de celebración. En Masaya, donde vivo, participé en una procesión con unas 3 mil personas y descubrí después que se celebraron otras tres marchas al mismo tiempo en diferentes partes de la ciudad, con una participación aún mayor en cada una de ellas. La gente tiene mucho que celebrar: la ciudad fue una de las más perjudicadas por el violento intento de golpe de Estado en Nicaragua hace cuatro años, pero desde entonces ha vivido en paz.

Durante la intentona golpista, la ciudad de Masaya estuvo controlada durante tres meses por matones armados (que los medios de comunicación siguen describiendo habitualmente como manifestantes “pacíficos”). Cinco policías y varios civiles fueron asesinados. Se incendiaron laalcaldía, la principal escuela secundaria, el antiguo mercado turístico y otros edificios gubernamentales. Las casas de los simpatizantes sandinistas fueron destruidas. Las tiendas fueron saqueadas y la vida económica de uno de los centros comerciales más importantes de Nicaragua quedó suspendida. La casa de mi propio médico ardió en llamas y un amigo que defendía el depósito municipal cuando fue saqueado fue secuestrado, torturado y posteriormente le tuvieron que amputar un brazo.

Entonces, un importante motivo para las marchas es reafirmar el deseo de la mayoría de la gente de que esto no vuelva a suceder. Hace 43 años, una guerra revolucionaria terminó con el triunfo de los sandinistas sobre Somoza, pero a esto le siguieron rápidamente los atentados de la Contra, patrocinados por Estados Unidos, que costaron miles de vidas más. Para cualquier persona de más de 35 años, la violencia de 2018 fue un recuerdo enfermizo de estas guerras. Desde entonces, un logro no menor del gobierno es que Nicaragua ha vuelto a tener el nivel de homicidios más bajo de Centroamérica, y la gente quiere que siga así.

El progreso bajo los sandinistas no es reconocido internacionalmente

Pero éste no es ni mucho menos el único éxito del gobierno desde que volvió al poder en 2007. Heredó un país roto por 17 años de gobiernos neoliberales por y para los ricos (después de que los sandinistas perdieran el poder en las elecciones de 1990). Nada funcionó durante esos años: había cortes de luz diarios, las carreteras estaban en un estado de deterioro espantoso, cientos de miles de niños no iban a la escuela y la pobreza era galopante. Cuando los sandinistas recuperaron la presidencia en 2007, y ayudados por la alianza con la Venezuela de Hugo Chávez y el auge de los precios de las materias primas, el gobierno inició un programa de inversión masiva. Para el segundo país más pobre de América Latina, la transformación fue notable.

Considere las cuestiones prácticas que afectan a todo el mundo. Los cortes de electricidad cesaron porque el nuevo gobierno construyó rápidamente pequeñas centrales eléctricas nuevas y luego fomentó la inversión masiva en energías renovables. La cobertura eléctrica llega ahora a más del 99% de los hogares, frente a solo el 50% en 2006, y tres cuartas partes se generan ahora con energías renovables. El agua potable llega al 93% de los habitantes de las ciudades, frente al 65% de 2007. En 2007, Nicaragua tenía 2.044 km de carreteras pavimentadas, la mayoría en mal estado. Ahora tiene 4.300 km, la mitad de ellos construidos en los últimos 15 años, lo que las convierte en las mejores carreteras de Centroamérica.

Sus notables avances en materia de salud se pusieron de manifiesto en la forma en que Nicaragua afrontó la pandemia del COVID-19, con (según la Organización Mundial de la Salud ) un nivel de mortalidad muy inferior al de muchos países más ricos de América Latina, incluida la vecina Costa Rica. Ahora tiene uno de los niveles más altos del mundo de vacunas completadas contra el virus (83%), superando los niveles de Estados Unidos y muchos países europeos. Se ha realizado una inversión masiva en el servicio de salud pública: Nicaragua ha construido 23 nuevos hospitales en los últimos 15 años y ahora tiene más camas de hospital (1,8 por cada 1.000 habitantes ) que países más ricos como México (1,5) y Colombia (1,7). El país tiene uno de los niveles regionales más altos de gasto sanitario público, en relación con el PIB (ver gráfico), y su servicio es completamente gratuito.

 

Nicaragua ocupa el sexto lugar de 17 países latinoamericanos
en inversión en salud pública

Fuente: Centro de Derechos Económicos y Sociales, Desigual y Letal, p.58. https://www.amnesty.org/es/documents/amr01/5483/2022/es/

 

Veamos ahora el tema de la educación. La asistencia a la escuela aumentó del 79% al 91% cuando se suprimieron los cobros impuestos por los gobiernos anteriores. Ahora los alumnos reciben ayuda para los uniformes y los libros, y todos reciben almuerzos escolares gratuitos. La educación gratuita se extiende ahora hasta la edad adulta, por lo que de una población de 6,6 millones de habitantes, unos 1,7 millones reciben actualmente algún tipo de educación pública. Bajo los gobiernos neoliberales, el analfabetismo llegó al 22% de la población, y ahora ha bajado entre el 4% y 6%.

Avances en la paridad de género: otra victoria

Las mujeres nicaragüenses han sido parte integral de la revolución. Más de la mitad de los puestos ministeriales están ocupados por mujeres, un logro por el que Nicaragua ocupa el séptimo lugar del mundo en igualdad de género en 2022. Sólo dos países de América Latina y el Caribe tienen una brecha salarial de género menor que Nicaragua. Más de un tercio de los agentes de policía son mujeres y hay centros especiales para mujeres en 119 comisarías. La salud materna ha mejorado significativamente, y la mortalidad materna ha descendido de 92,8 muertes por cada 100.000 nacidos vivos en 2006 a 31,6 en 2021, una reducción del 66%. Esto se debe en parte a las 180 casas maternas en las que las mujeres se alojan cerca de un hospital o centro de salud durante las semanas previas al parto. El Estado también ofrece planificación familiar gratuita en todos los centros de salud, incluyendo la ligadura de trompas para las mujeres que no desean tener más hijos. También es cierto, por supuesto, que el aborto es ilegal, pero (a diferencia de lo que ocurre en otros países latinoamericanos) ninguna mujer o médico ha sido nunca procesado en virtud de esta ley.

En este momento, la mayor preocupación de la gente es el estado de la economía y la crisis del coste de la vida. Nicaragua también tiene ventajas en este sentido: es autosuficiente en más del 80% en alimentos básicos y los precios se han controlado porque el gobierno está limitando el costo del combustible (tanto para vehículos como para cocinar). La economía nicaragüense creció más del 10% en 2021, volviendo a los niveles económicos de 2019, anteriores a la pandemia, aunque el crecimiento aún no fue suficiente para que el país se recuperara del daño económico causado por el intento de golpe de Estado de 2018. La deuda pública (se prevé que sea del 46% del PIB en 2022) es menor que la de sus vecinos, especialmente la de Costa Rica (70%), donde la pobreza alcanza ya al 30% de la población. Sin embargo, Nicaragua y Costa Rica son económicamente interdependientes, y los problemas económicos de este último país explican en gran medida el crecimiento de la migración de nicaragüenses a Estados Unidos.

Daniel Ortega goza de altos índices de aprobación

Estos son sólo algunos de los factores que subyacen al apoyo de la población al gobierno de Daniel Ortega. Y este apoyo continúa: según una encuesta de CID Gallup, a principios de enero el presidente Ortega era más popular que los entonces presidentes de Honduras, Costa Rica o Guatemala. M&R Consultores, en una encuesta más reciente, encontró que Ortega tiene un 70% de aprobación y ocupa el segundo lugar entre los presidentes latinoamericanos. Esto fue evidente cuando un gran número de nicaragüenses celebraron el resultado de las elecciones de noviembre y sigue siendo evidente cuando salen a las calles durante el “julio victorioso”.
En una reunión con los cancilleres centroamericanos en junio de 2021, el secretario de Estado estadounidense Blinken instó a los gobiernos a “trabajar para mejorar la vida de la gente en nuestros países de manera real y concreta.” Blinken ignora deliberadamente las amplias pruebas de que el gobierno de Daniel Ortega no sólo lo está haciendo, sino que ha tenido más éxito en este sentido que cualquier otro gobierno centroamericano. Sin embargo, cuanto más repitan los medios de comunicación internacionales las críticas de Washington DC a Daniel Ortega, más reafirmará la gente de aquí su apoyo a su gobierno.

John Perry es un investigador senior de COHA y escritor que vive en Masaya, Nicaragua.

[Foto principal: Simpatizantes sandinistas en Masaya, julio de 2022. Crédito de foto: John Perry]