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Libre determinación y unidad nacional popular ante el irredentismo imperial

Opinion

By Abdiel Rodríguez Reyes

Ciudad de Panamá

A los pueblos les asiste el derecho a decidir su propio destino colectivo según lo estableció la Conferencia de Bandung en 1955 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, lo cual no fue gratuito, sino producto de la lucha de los países periféricos por su descolonización. Ante esta realidad, Estados Unidos nunca renunció a extender la doctrina Monroe hasta el presente. Empeorando la situación, el irredentismo imperial con el presidente Donald Trump se hace explícito. La desconfianza de la población hacia la élite política en esta coyuntura se está reproduciendo en el imaginario colectivo en un marcado desinterés por el irredentismo imperial de Trump. Esto último, busca la anexión y recuperación de territorios, aunque no compartan fronteras, como el caso de Groenlandia y Panamá. Y, no se trata del capricho de una persona, en este caso Trump, sino de una racionalidad imperial.

Ante las amenazas de Trump de anexarse territorios, recuperar otros, como el Canal de Panamá y, ultrajar a países como Canada, Colombia, México, Cuba y Venezuela con falacias y sanciones, una vía para resistir es la organización de los pueblos y la puesta en marcha de una agenda en común cuyo contenido sea la autodeterminación de los pueblos, la integración regional y la unidad nacional popular. La élite política panameña no necesariamente va a defender los más caros intereses del pueblo. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y con el coloso del Norte mantenemos una relación de dependencia. Nuestra élite es cipaya en esa conjunción. Lo demuestra cada vez que puede, con la soga al cuello patea el banco. Recientemente ante el altercado en redes sociales entre los presidentes Gustavo Petro y Trump, el Gobierno de la República de Honduras, ocupando la presidencia Pro Tempore de la CELAC, convocó a una reunión urgente para atender la situación, pero fue cancelada por “falta de consenso” (https://surl.li/ctjijs).

En el caso particular de Panamá, las élites políticas panameñas tienen más de un siglo negociando con los estadounidenses en beneficio propio. Al pueblo le tocará organizarse para garantizar los suyos, así como lo hizo el 9 de enero de 1964. Los intereses del pueblo no necesariamente son los mismos de la élite, aunque por momentos puedan coincidir. El problema de fondo no es Trump, sino, el irredentismo imperial. Hoy es Trump, mañana será otro presidente y, en el fondo, subyace esa racionalidad irredentista. Por lo tanto, es necesario diseñar mecanismos de defensa y resistencia, táctica y estratégicamente. Es imperativo enrumbar las acciones hacia una correlación regional de fuerza distinta en función de la unidad latinoamericana hasta la constitución de un nuevo “bloque histórico” como diría Gramsci.

Siguiendo con el espíritu irredentista expresado por el presidente Trump en su red social Truth Social y, en su discurso presidencial, la Comisión Marítima Federal de los Estados Unidos convocó a una audiencia para discutir la supuesta presencia China en el Canal. El internacionalista Julio Yao hizo un análisis de la resolución de la Comisión y concluye con la necesidad de consultar a la Corte Internacional de Justicia si las peticiones de Estados Unidos no constituyen una violación al derecho internacional. Peticiones a todas luces injerencistas. En particular: “EE. UU. no puede instar a Panamá “a reafirmar su compromiso con el Tratado de Neutralidad permanente del Canal”, ya que Panamá lo ha hecho siempre, contrario a EE. UU. que lo ha violado cada vez y exclusivamente para satisfacer sus intereses de seguridad para sus fuerzas armadas” (https://surl.li/mwpuos).

Ese es el argumento de fondo del irredentismo imperial, invocar el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y el Funcionamiento del Canal de Panamá, en particular la Enmienda DeConcini: la cual posibilita que Estados Unidos “pueda tomar medidas militares en suelo panameño sin el consentimiento del Gobierno de Panamá” (https://surl.li/kvxhkh). Para justificar esta acción han recurrido a falacias sobre la presencia China en Panamá hasta la cantidad de muertos en la construcción del Canal por los estadounidenses en 1914. El historiador y diplomático Omar Jaén Suarez aclaró este último punto en uno de sus recientes artículos, “La mortalidad durante la construcción del Canal interoceánico […] entre 1904 y 1914, sólo hay 350 estadounidenses (6 %) según la Comisión del Canal Ístmico, mientras que los empleados afroantillanos muertos fueron 4.049 (72 %) […] los datos no señalan más de 6.280 muertes entre los empleados de las compañías del canal francés desde 1881 hasta 1903” (https://surl.li/kybccq). Y, así sucesivamente el irredentismo imperial se sostiene sobre falacias para justificar su interés de recuperar el Canal.

Como señala Greg Grandin, profesor en Yale, en un reciente artículo en el New York Times: el “lenguaje desinhibido [que utiliza Trump] aumenta la volatilidad de un mundo ya de por sí volátil” (https://surl.li/oziinq), esa táctica de choque, en la cual una de sus principales armas son las redes sociales, busca desestabilizar para alcanzar sus objetivos. En última instancia, MAGA (Make America Great Again) es su sueño por “un nuevo imperio estadounidense”, como lo planteó Grandin. Para ese cometido, necesitará doblegar aún más a sus ya arrodillados socios. Allí cobra importancia las posiciones antiimperialistas y descolonizadoras, cuando ya muchos la daban por muertas. No se trata de sacar una bandera panameña a última hora e invocar un patriotismo abstracto; a diferencia del pueblo panameño consciente y organizado de su historia de lucha, que recuerda a sus mártires de la lucha generacional por la recuperación de nuestra soberanía.

En esa misma línea de Grandin, el abogado y académico panameño Alonso Illueca, escribió en el El País: “Parado sobre una tradición sepultada a mediados del siglo XX, Trump relanzó el pasado 20 de enero de 2025 la política expansionista del destino manifiesto y la doctrina Monroe” (https://surl.li/zzqzdx), en detrimento nuestro, particularmente por sus “criterios” en torno al manejo del Canal; pero, también como policía del mundo, inicia una cruzada contra la izquierda como en los grises días de la guerra fría. No es casualidad que los presidentes en la asunción de Trump tengan algo en común: odian a la izquierda. Su toma de posesión fue un retrato a cuerpo entero, rodeado de los milmillonarios magnates de la tecnología. Veremos un despliegue del fetichismo del capitalismo digital, hostigamiento hacia las izquierdas y contra defensores de Derechos Humanos.

No vemos a una élite política defendiendo los más caros intereses del pueblo panameño ante la afrenta imperial, en cambio sí sus privilegios. La unidad popular no es otra cosa que la unidad en base a intereses colectivos. Sin la autodeterminación de los pueblos, la integración regional y la unidad nacional popular sobre la mesa, el patriotismo abstracto de la élite política negociará sus privilegios en el marco del irredentismo imperial.

Photo credit: Pedro Silva

Abdiel Rodríguez Reyes es Doctor en filosofía por la Universidad del País Vasco y profesor e investigador en la Universidad de Panamá