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Perseverancia en la Educación: El Salvador Surge de una Época Ensangrentada a un Futuro Prometedor

Después de un año como presidente, uno de los logros de la Administración del Presidente Mauricio Funes en El Salvador, es haber permitido espacios para que se desarrollen iniciativas innovadoras, hasta ahora poco conocidas, como el de la Universidad Mons. Oscar Arnulfo Romero fundada por el Dr. Francisco Acosta Arévalo y por su esposa, Dra. Barbara Acosta, en el marco de los acuerdos de paz de 1992 de ese país.

El nuevo panorama político de El Salvador, aunado a el liderazgo, la visión, la tenacidad del fundador de la Universidad, nacido y crecido en las faldas del Volcán Guazapa, han hecho posible el renacimiento de las esperanzas de una región tradicionalmente abandonada por la clase política de ese país. Aquí están algunos de los desafíos titánicos que han tenido que enfrentar estos entrepreneurs sociales para conseguir cambiar su mundo local, justamente ahí donde la llanta se junta con el polvo.

El Salvador cayó víctima a la política exterior estadounidense que demandaba a los gobiernos latinoamericanos mantener un orden político limitando cualquier cambio, muchas veces a costa de los principios democráticos. Como resultado de esta política, en el decenio de 1980 Centroamérica fue testigo de la creación de gobiernos de regímenes de derecha, que persiguieron a su oposición política. En 1980, una feroz guerra civil estalló, lo que desató un éxodo masivo de personas cuyas vidas estaban en peligro. Irónicamente, se dirigieron a los Estados Unidos. Dr. Francisco Acosta Arevalo es un individuo quien tomo de sus experiencias de la vida para emprender en un viaje en búsqueda de ayuda para detener la guerra y restaurar un país caracterizado por la paz, la justicia social y la democracia.

Las Fuentes de Inspiración

El Salvador, al igual que gran parte de América Latina, tenía un espectro socio-político divido en tres elementos. Acosta describe al sistema político de los años 1970 y 1980 como un triángulo en el que cada punta actúa como un poder político dominante. Estos tres poderes consistían de la oligarquía salvadoreña (las “catorce familias cafetaleras”), las fuerzas militares (que han dominado la escena política durante más de sesenta años, en representación de las 14 familias), la Iglesia católica, bendiciendo el estatus quo. Estas tres fuerzas dominaron muchas de las fuentes de ingreso y los asuntos políticos internos. Las clases sociales dominantes poseían la mayoría de los medios de producción, y como resultado la riqueza no era dividida equitativamente. De hecho, el 65% de la población no poseía tierras mientras que el gobierno no respondía a sus necesidades básicas.

Nacidos en las faldas del Volcan de Guazapa, la familia Acosta, era parte de la clase pobre e ignorada por el gobierno. En 1966, el Cuerpo de Paz viajó a la zona del Volcan Guazapa y trajeron con ellos técnicas para mejorar el cultivo, así como también fertilizantes, y una gran variedad de animales de granja. Por otra parte, Acosta a los 13 años fue electo Presidente del Club 4-H, donde promovió innovadores proyectos agrícolas. El liderazgo de Acosta en este trabajo le dio la oportunidad de estudiar para sacerdote. Estudió en el Seminario durante seis años hasta 1972, cuando hubo un enorme fraude electoral que puso al Coronel Arturo Armando Molina en el poder. “Después [del fraude] se nos pidió que cantáramos la misa en catedral durante la toma de posesión del presidente”, recordaba Acosta en una entrevista realizada por COHA. Sin embargo, dado que este presidente no había sido elegido democráticamente, los 120 estudiantes de sacerdotes se negaron y salieron del Seminario. “Muchos de mi ex compañeros llegaron a integrarse a la guerrilla, en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)”, dijo Acosta.

Como integrante de una familia pacifista, Acosta decidió trabajar por la justicia social en otro campo y junto a seis de sus ex compañeros del seminario, y conducidos por un sacerdote Jesuita, comenzaron una fundación para construir viviendas para personas de bajos recursos. En once años, la organización fue capaz de construir 15.000 casas para las personas más desfavorecidas del El Salvador. Sin embargo, la durante la década de 1980 la Guerra Civil Salvadoreña tuvo un impacto sumamente fuerte tanto en el país como en Acosta.
Una persona cercana de Acosta, conocido como el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, fue asesinado mientras daba la misa en marzo de 1980. Este evento significo el principio de un conflicto sangriento que reinaría al El Salvador por los próximos doce años. “Monseñor Romero fue asesinado porque rompió el triángulo de poder”, dijo Acosta. El Arzobispo habló en contra de las graves desigualdades sociales, rompiendo así el rol pasivo de la iglesia en el triángulo político. Acosta se vio obligado a dejar su país una semana después del asesinato de Mons. Romero, pero aún así Acosta no perdió la llama de establecer un cambio social en El Salvador.

Nace un Sueño

Todavía en la guerra, en 1990, Acosta y su esposa, Barbara, junto a sus dos hijas, regresaron a El Salvador para iniciar un proyecto que él afectivamente llama su “tercera hija”: la Universidad Oscar Arnulfo Romero. La Universidad fue establecida en el Departamento de Chalatenango, uno de los más sangrientos escenarios de la Guerra Civil, en una casa abandonada. UMOAR comenzó las clases en 1994 con 200 estudiantes el 25% de los cuales habían sido excombatientes en ambos lados. Así, la universidad ha seguido promoviendo una educación basada en las enseñanzas de Mons. Romero. Estas enseñanzas, centradas en la justicia social tenían el objetivo de inspirar a aquellos que se graduasen a permanecer en la región norte de El Salvador. De esta manera, la enseñanza impartida por UMOAR crearía individuos educados dispuestos a retribuir a sus comunidades y profundizaría el desarrollo humano regional como resultado. Si bien la Universidad nació en marco de los acuerdos de paz, pronto iban a encontrarse en conflicto con el gobierno del partido Alianza Nacional Republicana (ARENA), cuyo fundador fue el Mayor Roberto D’Abussion, responsable del asesinato de Mons. Romero, de acuerdo a la Comisión de la Verdad.

La despreocupación gubernamental por la educación

El gobierno de ARENA estaba incomodo por el nombre de la Universidad y varias veces intento cerrarla, pero la alarma internacional se activo y se pararon esos intentos, incluso la Ministra de Educación, Cecilia Gallardo de Cano, tuvo que contratar personal para que le tradujeran al Español las notas de protesta que llegaban de todas partes mundo. Durante la época de las políticas neoliberales, UMOAR atravesó un conflicto significante. Esas políticas económicas basadas en el laissez faire, con escasa participación gubernamental en regular la educacion llevaron a un deterioro de la educacion. Estas políticas neoliberales “básicamente dividieron a la Universidad en dos facciones.” Los mercantilistas de la educacion eran “los corruptos que no se preocupan por el futuro de la institución y buscaban, en cambio, beneficios personales.” El grupo de Acosta, junto con el Obispo de Chalatenango “un verdadero equipo de Romeristas” era integrado un grupo que realmente apreciaban la Universidad. Acosta y los romeristas, preocupados por la corrupción evidente en el gobierno, se embarcaron en una campaña para informar a sus contactos internacionales acerca de la corrupción salvadoreña. UMOAR logró concitar el apoyo de muchos miembros del Congreso estadounidense, tales como los senadores John Kerry y Kennedy quienes pidieron al Presidente de El Salvador, Tony Saca, un alto a la corrupción. La campaña llegó a su fin cuando el Presidente Mauricio Funes derrotó al partido ARENA y asumió el cargo el 1 de junio de 2009 y prometió acabar con la corrupción en todo el sistema gubernamental.

Los Triunfos y el Futuro

En noviembre de 2009, el UMOAR obtuvo la aprobación de una nueva administración a través del Ministerio de Educación del El Salvador. Hoy en día, la Universidad es dirigida por el Rector Porfirio Cerritos Parada. La nueva UMOAR busca restablecer su misión inicial de una educación para la justicia social. Ya un total de 717 estudiantes se han graduado de UMOAR. “Cada graduado/a es un trofeo para nosotros”, dice Acosta. El Salvador ahora está bajo el liderazgo del Presidente Funes, quien ha prometido llevar a El Salvador en una nueva dirección, muy diferente a la de su pasado reciente. Tanto Funes como Acosta, demuestran un gran ejemplo de cómo ayudar a un país salir adelante. América Latina, que ha perseverado a través de tiempos difíciles, debe ahora tratar de fomentar la igualdad social, una mejor institucionalidad democrática, y mejorar los sistemas económicos débiles, promesas que se pueden cumplir a través de acciones concretas como las del Dr. Acosta.

Para más informacíon ir a: www.umoar.edu.sv