El Oro Negro de Brasil (y también su mancha negra)
Las autoridades brasileñas han descripto un complejo y significativo asunto como una simple competencia entre nacionalistas y privatizadores. El miércoles 9 de junio, el senado brasileño aprobó una ley que ha de alterar las regulaciones que gobiernan la explotación de los yacimientos petrolíferos marítimos “pre-sal” Descubiertos en el año 2007, éstos son extensos depósitos latentes de petróleo y gas que se encuentran atrapados varias millas debajo del lecho marítimo bajo una rígida capa de sal. El modelo que los regula pronto cambiará de ‘concesiones’ a uno de ‘partilha‘ así incrementando el control del gobierno sobre la producción del crudo..
Con el sistema de partilha, el rol de Petrobras (la compañía petrolera estatal de Brasil), será ampliado De acuerdo con la nueva legislación del pre-sal, el gobierno podría llegar a firmar dos tipos de acuerdo: firmar solamente con Petrobras, así como también, un procedimiento de ofertas públicas, en donde las compañías pueden participar libremente bajo la condición de que a Petrobras se le asigne el status de operario. Esta movida, forzará a Petrobras a invertir demás de lo que suele hacer. Los planes de financiación propuestos por el gobierno son tortuosos y es probablemente lleguen a ser inapropiados. Inevitablemente, Petrobras será subvencionado por el ministerio de hacienda brasileño, y parte de esta financiación vendrá de una transferencia de 5 mil millones de barriles de crudo, que actualmente pertenecen al gobierno federal, y que su valor estimado es de 40 mil millones de reales (cerca de 22 mil millones de dólares). Destinar fondos públicos de esta forma es una ofensa para la población brasileña que ya sufre de una gran falta de eficiencia en sus servicios públicos. Un aspecto destacable de esta ley es que creará un fondo social que propone destinar 50% de las ganancias de pre-sal al mejoramiento de los servicios públicos. Sin embargo, expertos consideran que las reservas de pre-sal no producirán regalías hasta el 2015. Por el momento, mientras el gobierno busca recolectar fondos públicos para pagar la inversión a Petrobras, el ministro de salud José Gomes Temporão hace notar la necesidad de una mayor financiación para su ministerio, argumentando que el gran contraste entre el servicio médico público y privado puede llegar a crear un espíritu de apartheid social en el sistema de salud brasileño.
La falta de eficiencia de los planes de gasto público del gobierno hace que este compromiso de subsidio a Petrobras sea, con más razón, idóneo. El gobierno argumenta que sin los privilegios concedidos a Petrobras en el sistema de partilha, la compañía no podrá cumplir con su misión de desarrollar el equipo necesario para expandir el sector petrolero brasileño. El objetivo es producir toda la maquinaria requerida en Brasil, básicamente nacionalizando esta producción para el manejo de la extracción de crudo de las reservas del pre-sal. Es imperativo que Brasil desarrolle un sector de servicios para su industria petrolera. A fin de que Brasil realmente se beneficie del descubrimiento de las reservas, el país no solo debe producir sino también exportar petróleo. Pero nacionalizar toda la producción puede llegar a ser muy costoso. De acuerdo con la editorial del periódico “Estado de San Pablo”, por cada dólar invertido en pre-sal, 4 dólares serán necesarios de antemano para poder pagar la estructura del servicio pretendido. Sergio Gabrielli, director de Petrobras, declaró que la empresa estima un gasto de 111.4 mil millones en las reservas de pre-sal. Por lo tanto, las inversiones en maquinarias sumarían un adicional de 400 mil millones. Como resultado, el gobierno será forzado a canalizar la mayoría de sus recursos al programa pre-sal. Esto tendrá que ser llevado a cabo a expensas de otros sectores, haciendo a la economía brasileña demasiado dependiente del petróleo.
Finalmente, no había motivos de alterar el sistema que maravillosamente se estaba implementando de forma rentable para el gobierno. Bajo el sistema de concesiones, la producción de Petrobras incrementó de forma significativa, con la mayor parte del superávit económico proveniente del crudo destinado a los fondos del gobierno. En 1993, cuando Petrobras todavía tenía el monopolio de los yacimientos petrolíferos, Brasil producía 693 mil barriles de crudo por día. En el 2009, este número había subido a 2 millones. En el 2007 y 2008, más del 60% del valor agregado por operaciones del petróleo fueron destinadas directamente al gobierno federal, estados y municipios en forma de impuestos, contribuciones, regalías y cuotas especiales. El estado, entonces, era el ganador bajo el sistema de concesiones. Como resultado del régimen de partilha, el incremento relativo en los dividendos para el estado no será significativo. El sistema de concesiones ya ha provisto al gobierno con los suficientes fondos para invertir en lo que Brasil realmente necesita: mejoras en los servicios públicos.
El gasto público debería ser un asunto de prioridad nacional. Inversiones en pre-sal no son tan urgentes como lo es el mejoramiento del sector público, particularmente cuando el costo es la diversidad económica brasileña. Cambiar el sistema de concesiones a partilha podría llegar a ser contraproducente dado que el modelo actual ya es altamente rentable, no explotador, y en última instancia, menos agobiante para Petrobras. La aprobación de la ley pre-sal conlleva al siguiente cuestionamiento: ¿Puede el oro negro convertirse en una mancha negra en la historia del gobierno actual?