Vigilancia y represión en protestas colectivas en la ciudad de México: el caso de Sandino Bucio
Por: Lic. Luis Ulises Vera Romero, Comentarista Invitado del Consejo de Asuntos Hemisféricos.
Para conocer las características que han reconfigurado el espacio público en la Ciudad de México, una vez la apropiación de las redes sociales más populares (entiéndase Facebook, Twitter o YouTube), podríamos partir del análisis etnográfico y de aplicación de entrevistas a profundidad, de la experiencia de quienes han participado en protestas colectivas y de otras manifestaciones urbanas.
Recelo de un injustificado determinismo tecnológico, la reconfiguración del espacio público en términos más ciudadanos y cívicos, responde a la participación artística, política y de marchar las calles durante la protesta social, así como en la organización y comunicación en línea. La relevancia de las redes sociales -conocidas así en el argot popular- demuestran su capacidad de organización, comunicación e inmediatez para compartir información.
En este sentido, me interesa exponer cómo han sido usadas estas herramientas digitales, a partir de una serie de entrevistas que realicé en 2013 y 2014 a activistas, estudiantes y ex integrantes del movimiento #YoSoy132, analizándolas con la detención de Sandino Bucio, estudiante de Filosofía y Letras, el pasado 28 de noviembre de 2014 en la Ciudad de México. Mi intención es mostrar un panorama de los mecanismos de vigilancia estatal, del ejercicio de una tecnopolítica (Toret, 2013), de un activismo y protestas urbanas, y de la apropiación y organización en estas llamadas redes sociales.
La detención de Sandino Bucio
Fue el 28 de noviembre, pasadas las 18:00 horas, cuando circuló en sitios como Twitter que Sandino Bucio, joven activista, poeta y estudiante de letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), había sido secuestrado por elementos de la policía federal. Un video subido a YouTube con el título “Video del rapto de Sandino Bucio”, comprobó cómo fue detenido y subido a la fuerza a un automóvil Chevy de color plata. Cuando me enteré del asunto, de inmediato revisé el grupo en Facebook llamado “#132 Red No Están Solos”.
En agosto de 2013 conocí y entrevisté a Cristina Dovalí, madre de Sandino Bucio y administradora del grupo en Facebook “#132 Red No Están Solos”. La reunión tuvo lugar en el centro de la Ciudad de México, y ahí me platicó de cómo ella y otros padres de familia, habían decidido crear una red de padres y madres que apoyaran las protestas de sus hijos, porque sabían que marchaban, que exigían y protestaban en contra de los medios de comunicación y del presidente Enrique Peña Nieto, y no iban a permitir que sus hijos sufrieran ningún tipo de daño.
Desde 2013 no supe más de Cristina ni de Sandino, hasta el viernes 28 de noviembre a las 18:04. En el Timeline del grupo “#132 red no están solos”, Cristina Dovalí publicó:
“ACABAN DE SECUESTRAR A Sandino Bucio Dovalí hace media hora en el metro copilco en un carro Chevi Monza blanco- plata, PLACAS 324 WHD cuatro hombres con armas largas uno con chamarra de federal. se lo llevaron a él y a otro compañero si alguien tiene información por favor por inbox son las 5 52 de la tarde. Videos en la #132 Red no están solos. HAGO RESPONSABLE DIRECTAMENTE AL GOBIERNO DEL GDF Y A PEÑA NIETO DE ESTO” (“Timeline” del grupo “#132 Red no están solos”, consultado el 01/12/14).
La organización en las redes sociales y en el espacio público permitió que a las 02:00 horas del día siguiente, Sandino Bucio saliera de las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), y fue gracias a una red de colaboración e información que se dio desde Facebook, pero sobre todo y más importante, en las calles y afuera de las instalaciones de la SEIDO. Una vez que su hijo fue liberado, Cristina Dovalí declaró ante los medios que fue gracias a esta red de amistad que ella pudo viajar de San Luis Potosí a la capital para encarar la situación.
Lo que ocurre entonces con este ejemplo es una articulación que busca el teléfono celular, los contactos en Facebook, los correos electrónicos y el uso de tecnologías, para informarse con los demás y tomar acciones físicas. En 2013, Cristina ya lo decía en entrevista:
“Bueno, las redes a mí me parecen una maravilla, en primera porque los que somos, como somos, nos juntamos, es decir, es rarísimo que en mi lista esté alguien que no checa conmigo […] Ahora te están llamando por el celular, te están diciendo, “aquí que en la calle tal y tal”, “hay tantos encapsulados”, “se los están llevando y adónde se los están llevando”, y te pasan las fotos y te están pasando el video de lo que está ocurriendo en ese momento, entonces puedes reaccionar y hacer cosas, y lo hemos hecho. A mí me parece maravilloso, me parece un medio fundamental, siempre he dicho que el día que le quiten el Facebook a los chavos ahí sí van a brincar todos juntos y van a hacer su desmadre porque bueno, a mí me parece una forma de comunicarse maravillosa.” (Entrevista a Cristina Dovalí, agosto de 2013).
La detención de su hijo comprueba entonces que lo que ocurre en Internet, está afectando el espacio público y el trabajo policial de represión, vigilancia y castigo. Si no fuera así, ¿para qué “hackear” contraseñas y claves del correo electrónico, de Facebook, y de Twitter?
Una vez liberado, Sandino Bucio aseguró ante medios de comunicación: “Es toda una maquinaria del terror que tiene el gobierno federal, para meter miedo en todos los jóvenes y los que se movilizan por un mundo mejor”. Y es que durante su detención por parte de elementos policiales, Sandino declaró que los agentes le dijeron que tecleara las contraseñas de sus redes sociales y lo amenazaron con desaparecerlo ya que, según los propios policías, ya se habían enfrentado al conocido cartel Los Zetas, y que enfrentarse a un estudiante no era nada. Después de propinarle más de 10 golpes en la cara, a punta de pistola los policías amenazaron a Sandino con violarlo y hacerle daño a su familia.
Sandino Bucio fue detenido supuestamente por haber participado en la elaboración y utilización de explosivos en la marcha del 20 de noviembre en la Ciudad de México, y pese haber aceptado su participación en estos eventos, hay que retomar cuál es la discusión central: ¿por qué los policías le pidieron que tecleara sus contraseñas? ¿qué hay en las redes sociales o en su mail que a los agentes les preocupara?
Lo que ocurre entonces es la organización y la divulgación. Carlos Brito, activista y defensor de derechos digitales, plantea que la organización está en Facebook, Whatsapp, y Twitter sólo sirve para comunicar lo que ya se ha discutido previamente:
“[…] las plataformas de Internet sirven para todo, se hizo más trabajo en Facebook que en Twitter, el trabajo organizativo era más en Facebook que en Twitter” (Entrevista a Carlos Brito, diciembre de 2013).
Pero aún más importante: la organización y participación colectiva responde primeramente al reconocimiento físico de las personas con la que se discute en Facebook. Al igual que Cristina Dovalí, muchos de los grupos en Facebook son creados y manejados por personas que se conocen y se reconocen en las marchas y protestas colectivas. En otras palabras, no son personas extrañas sino conocidas, nuevos conocidos o viejos amigos, pero saben quién es ese otro. Lo que pasa entonces es que se refuerzan las relaciones de amistad y se crean lazos que terminan sencilla y básicamente organizándose en chats, conversaciones y grupos cerrados en Facebook:
“Muchas de las redes que sobreviven generaron afinidad, pero no semejanzas, y sí son redes profundamente afectivas que trabajan en eso, en la solidaridad y en la confianza” (entrevista a Mariana Favela, mayo de 2014).
Redes de solidaridad y confianza
Lo que está pasando en México -y confirma Cristina Dovalí- son mecanismos de vigilancia en contra de la gente que se organiza. Ella misma asegura que en su perfil de Facebook sólo tiene amigos, gente que sabe quiénes son y con quienes comparte afinidades y puntos de vista, no tiene “amigos” que no conoce o con los cuales no compagina ninguna idea. Esta participación más distribuida, que anuncia una ciudadanía más colaborativa, no es más que la organización tecnológica que ayuda en enviar y compartir videos, datos y fotografías de lo que está ocurriendo en algún lado, sea un ataque, secuestro o contravigilancia.
Con las denominadas redes sociales se refuerzan los vínculos sociales previos, se acelera la velocidad y variedad de los contenidos que se comparten, y la fuerza policial se ve amenazada porque se visibiliza la organización social. Como se menciona al comienzo de este artículo, la relevancia de las llamadas redes digitales, está entonces en la capacidad de organización, comunicación e inmediatez para compartir información.
Con la detención de Sandino Bucio y de los contextos sociopolíticos que anteceden las protestas de 2014 en México, se puede observar cómo se están reconfigurando las relaciones sociales, las protestas políticas-colectivas, el uso de Internet y la apropiación de las redes sociales, a partir de una interacción cara a cara que la precede.
Conclusiones
Lo que ocurre en Internet no sobresale si no hay sujetos que se han visto en persona, se conocen, se reconocen, y han decidido construir y reforzar lazos de amistad, solidaridad y confianza. La construcción y mantenimiento de estas redes de colaboración y amistad vía WhatsApp, Facebook o Twitter, están precedidas y se mantienen por las relaciones sociales físicas, una vez que los sujetos se conocen previamente, o se conocieron por un “tweet” y coincidieron en una marcha, protesta o manifestación. Se sabe quién es el otro, se sabe en dónde estudia, trabaja o incluso, por qué participa en protestas y manifestaciones urbanas. La organización en las redes sociales reconstruye así un tejido social desgastado por la represión y las políticas del estado que vigilan lo que ocurre en internet y castigan en el espacio público.
Este tejido social que se está reconstruyendo desde la solidaridad, la confianza y la amistad ocurre lentamente, con dificultades provenientes de políticas de represión por parte del estado, que también está entrando al mundo digital para quebrantar y desarticular esas relaciones sociales que de manera casi natural, existen y necesitan eventos que las refuercen.
A dos años de la administración de Enrique Peña Nieto, la tecnopolítica en México se ve más que nunca, activada por la disputa de la sociedad y sus mecanismos de reconstrucción y reconocimiento social, físico y digital, frente a la represión de un estado policial que golpea, amenaza y desaparece a quienes protestan, y que además busca hackear cuentas de Facebook, Twitter y correo electrónico.
Por: Lic. Luis Ulises Vera Romero, Comentarista Invitado del Consejo de Asuntos Hemisféricos.
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Referencias
Imagen destacada tomada por: Jesús Villaseca Pérez. Fecha: 14.10.2009.
Obtenida en: https://www.flickr.com/photos/frecuenciaspopulares/4015470895/in/photostream/
“Acepta Sandino Bucio que participó en agresiones vs policías; “teníamos que defendernos”,
dice”, Aristegui Noticias, en línea, consultado el 01/12/14 http://aristeguinoticias.com/0112/mexico/acepta-sandino-que-participo-en-protesta-del-20novmx-acusa-detencion-arbitraria/ El video de la entrevista se puede consultar en: http://youtu.be/wO6I2oygv4g
“Gobierno federal “toda una maquinaria de terror”, Contexto Colima, en línea, consultado el 01/12/14, http://contextocolima.com/?p=9033
Entrevistas realizadas a Cristina Dovali, Mariana Favela, Ruth Briones y Carlos Brito entre agosto de 2013 y junio de 2014). Todos ellos estuvieron involucrados en las maniestaciones y protestas relacionadas con el #Yosoy132, la Acampada Revolución en el #1Dmx.
TORET-MEDINA, Javier (2013). Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas. El sistema red 15M un nuevo paradigma de la política distribuida. España: Universitat
Oberta de Catalunya. Texto disponible en línea http://journals.uoc.edu/ojs/index.php/in3-working-paper-series/article/view/1878/n13_toret
VERA-ROMERO, Luis Ulises (2014). Emergencia del #YoSoy132 como un nuevo actor político. Su experiencia a dos años de su irrupción (tesis de maestría). México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.
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