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COHA In The News: América Latina, la materia pendiente para Barack Obama

Published by Panorama
November 28, 2009

Brasil, México y Colombia seguirán siendo las prioridades de Washington en una Latinoamérica de poca importancia para la Casa Blanca.

Texto: Juan Pablo Crespo

Una nueva cara, de orígen hispanoparlante, no se traduce necesariamente en un cambio profundo en la histórica relación de Washington hacia América Latina.

El nombramiento de Arturo Valenzuela (hace casi tres semanas), como subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental, en sustitución de Thomas Shannon, si bien está enmarcado en la nueva política del presidente Barack Obama de recomponer las maltrechas relaciones con América Latina, en el fondo no supone un giro en las directrices del Departamento de Estado, ni mucho menos un golpe de timón en sus prioridades diplomáticas.

“Valenzuela no se separará mucho del guión que siguió Shannon, que fue, en general, afortunado hasta que metió la pata con el sainete del supuesto acuerdo en Honduras”, dijo a PANORAMA, desde Washington, el investigador de la iniciativa Latinoamericana del Instituto Brookings, Kevin Casas-Zamora.

Shannon, de mente amplia, como su sucesor, fue también bastante criticado en Venezuela y otros países de izquierda, como Bolivia y Ecuador, por supuestamente amparar acciones intervencionistas y de desestabilización en estos países, según lo denunciaron los gobiernos de Caracas, La Paz y Quito.

EE UU seguirá dando prioridad a sus lazos con Brasil (potencia emergente), a la colaboración con México en la lucha contra los carteles de la droga y continuará tratando de abrir la relación con Cuba”, afirmó, también desde la capital norteamericana, el analista Alejandro Tarre.

“La administración Obama mantendrá, además, la política de no confrontación con Venezuela y los países del Alba”, agregó Tarre.

“Afganistán y Pakistán es la prioridad absoluta de la política exterior estadounidense (…). Con este panorama, lo que pase en América Latina es una preocupación insignificante para Obama. Valenzuela va a estar preso de esta lógica, en la que necesariamente va a tener un papel muy modesto”, añadió Casas-Zamora.

Paralelamente, nadie duda del profundo conocimiento que el nuevo subsecretario hemisférico tiene de Latinoamérica. Durante la administración de Bill Clinton se desempeñó como asesor presidencial para la región y fue director de Asuntos Internacionales del Consejo de Seguridad Nacional. Antes de su nombramiento se desempeñaba como director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown.

Valenzuela, de 65 años, quien nació y vivió en Chile hasta los 16 años, llegó con la misión de darle continuidad al nuevo tono que acompaña el acercamiento que inició la Casa Blanca con Latinoamérica en la Cumbre de Las Américas, en Trinidad y Tobago (abril).

Y es aquí donde radica unas de las diferencias con Shannon, que asumió sus responsabilidades cuando el ex presidente George W. Bush redujo su política exterior a la llamada guerra contra el terrorismo. Ahora, aunque el gigante norteño no baja la guardia contra quienes considera sus principales amenazas globales, el nuevo subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental tratará de llevar una relación más armoniosa con América Latina, sin que eso signifique una dulce luna de miel.

“Uno de los retos que por delante tiene Valenzuela gira alrededor del tema de las bases militares que EE UU instalará en Colombia, contra la voluntad de la mayoría de los países de la región.

““Aquí él será una especie de mediador. Tratará de nivelar los intereses que su país tiene en Colombia con y los intereses del resto del área”, dijo a este rotativo Andrés Ochoa, investigador adjunto del Consejo de Asuntos Hemisféricos, en EE UU.
“Para Ochoa, Valenzuela es partidario de la diversificación de las relaciones con la región y no le incomoda la presencia comercial de China en Brasil, donde el país asiático se convirtió en el principal socio del gigante amazónico.

“Pese a la salida de Shannon y los aires de cambio que salen de la Casa Blanca, las relaciones entre Washington y Latinoamérica seguirán muy probablemente atadas al “stablishmet” político norteamericano.